jueves, 8 de diciembre de 2011

Cables Naranjas Abrazados Al Arte

  Como de costumbre, en mi maldito laboratorio subterráneo, enterrado en algún lugar del subconsciente colectivo, enciendo mis más horribles teorías para nunca mostrarlas ante nadie. A veces creo que estoy malgastando los poderes heredados por parte de mi padre. Racionalmente hablando, estoy haciéndole un bien a la humanidad. ¿O no?.
  Abandonaré mi relato experimental para introducirme nuevamente en una nueva aventura ficticia plagada de héroes carentes de sueños.
  Hace aproximadamente tres semanas, comencé a notar un crecimiento anormal en una de las plantas Aloe Vera de mi jardín. Analicé el fenómeno durante varios días y decidí inclinarme por cortar el problema de raíz. Sinceramente, tenía miedo de que dichos brotes mutaran y me atacaran en la tranquilidad de mi sueño.
  Armado de valor, tomé la cinta de teflon que sobró de mis peripecias plomerísticas y até varias ramas de este extraño desarrollo para quemarlas luego junto con mis fotos antiguas.
  Tomé papel de diario y dispuse el atado sobre el. Armé todo muy prolijamente para intentar ser solemne ante la derrota de tan imaginario enemigo. 
  Con mi encendedor alumbré las hojas de papel y me dispuse a observar. Al cabo de unos segundos de pensamiento intrahospitalario y fuego a discreción, casi pude escuchar el lamento de las mutaciones. Parecían felicitarme o saludarme por un hecho sumamente extraordinario que ocurre sólo una vez por año. Feliz cumpleaños.