sábado, 24 de marzo de 2012

Espacio Muerto Para Ventanas

Sequé mis esqueletos plateados ante la ventana. Sabía que su futuro era el hibernadero heredado por mi familia. Sabía también que dicho invernadero sostenía sobre sí una horrible historia. 
 Corría el año 1798. El continente apenas cobraba vida. En esa época, ejércitos enteros de cajones deformes de chapa oxidada eran transportados hacia la gran guerra. Afortunadamente, yo nací lejos de semejante barbarie. O de semejante civilización. Me tocó nacer en un mundo en el que nadie respeta a las viejas costumbres del ser humano. Las que rezan el viejo dicho de nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir. Ya nadie muere por la propia puta naturaleza de morir. "Desarrollarse". Holgado vocablo para el hecho de cumplir años. 
 La edad, clase distintiva por sobre todas las cosas. Con ellas se otorga más experiencia, más sabiduría, más supremacía, la cual es aceptada obviamente por las generaciones más nuevas de oídos dispuestos y pensar disperso.
 Las viejas generaciones, tenemos programadas en nuestra bitácora de vida pre-creada una excelencia por minusvalía. Nos brindan varios derechos sobrehumanos de los cuales carecen los nacidos y criados en un ámbito de violencia casera y domesticados cual ovejas. Estoy refiriendo en este instante al sentimiento primal del punk o contracultura popular. Adhiero al metal nacional o a cualquier tipo de expresión alternativa en todas sus formas. Me convierto automáticamente en el vaso de cualquier revolución etílica habida y por haber. Dejo en el pie plástico de mi monitor el hacer voz de mi pequeña rebelión gastada ya por el paso de los siglos. Deseo en este instante que alguien revise mi cerebro. 
 Los discos rayados de mi sistema nervioso, sólo suman al restar de la pópuli general. Mis pequeños delirios se convierten en pensamientos que varios podrán compartir o no. La cuestión es que ese tipo de interrogantes es el que me vuelve realmente fuerte, sobrehumano. Antihumano. 
 Para finalizar, y sabiendo que ésta entrada nada tiene que ver con mis anteriores escritos, me gustaría resaltar el hecho de que veo al movimiento completamente atado de pies y manos cual prisionero de tribu caníbal. Mi nombre es Roger Waters y corro a cobrar.